Hola Celina. Buenas noches... que hermosa musiquita, me pondría a bailar con Kevin.
¿ no está por aquí? ¿no lo viste? ¿ alguien lo vio?
Después de tres días de ascenso, Zunny, Denis y Ana llegaron sobre la tardecita a Plaza de Mula. Donde decidieron quedarse un día para descansar y aclimatarse.
En el campamento conocieron a los mellizos Guller, oriundos de la ciudad de Calchaquí que enseguida empatizaron y se sumaron al grupo.
Esa noche frente al fogón cada uno contó el motivo por el cual había decidido hacer el intento de llegar a la cima de América.
Para los mellizos Guller, era la forma de festejar sus cuarenta años de vida. Para Zunny, era un nuevo desafío, pero no sería el último. Ella ya había escalado el cerro Champaquí y el volcán Lanín. Hacer cima en el Aconcagua sería sólo un paso más. En el caso de Denis se trataba de una despedida. Había decidido irse a vivir a España, pero antes de cruzar el gran charco, quería ver toda América desde el cielo. Cuando le tocó el turno a Ana, contó con total naturalidad que tenía que llegar hasta la cima, porque allá la esperaba Kevin, un amigo que se le había perdido veinte años atrás. Todos se rieron, de la metáfora de Ana, terminaron de beber y se fueron a dormir.
Al día siguiente partieron a las nueve de la mañana. Les esperaba un largo día por delante. Para llegar al próximo campamento deberían ascender durante unas diez horas aproximadamente.
Fue el día más difícil, se empezaba a sentir la falta de oxígeno. los pasos se volvieron cortos pesados y cautelosos.
Llegaron exhaustos a Plaza Canadá. Para poder beber agua y cocinar tuvieron que derretir hielo.
En sus rostros se percibía el cansancio y el miedo. Cenaron callados. Cada uno inmerso en sus pensamientos..
Ana, rogaba en silencio que Kevin no se canse de esperar.
La noche fue corta, sólo pudieron dormir una pocas horas.
Partieron a las siete. Aparecían los primeros fantasmas. A todos les invadía el secreto y recurrente deseo de abandonar. Las condiciones climáticas no acompañaban, había mucha nieve, viento, y hacía mucho frío, era más fácil sincerarse y regresar.
Pero la mística que se había creado en el grupo hizo que todos llegaran al campamento Berlín que estaba a 6000 mts. de altura.
Denis respiraba con mucha dificultad. Ana sentía los pies congelados. Zunny tenia náuseas y mucho dolor de cabeza. El pánico se apoderó del grupo. Ana rompió en un llanto desesperado porque no tenía fuerzas y ya no podía seguir.
A las seis y media, estaban todos en pie. Emprendieron a las siete los últimos 962 mts. que les faltaban para llegar a la cima. Llegaron al Filo del Guanaco. Los cuerpos ya no sentían dolor ni agotamiento, porque habían sido abandonados más atrás. Ahora sólo eran sus mentes las que ascendían y a las dieciséis y treinta y dos minutos hicieron cumbre.
Denis acariciaba con la mirada y se despedía con una sonrisa de todo el continente. Zunny cumplía una etapa más, para ella era sólo haber llegado al techo de América, pero todavía le faltaba llegar al techo del mundo. Los mellizos Guller, festejaron sus cuarenta años a 6962 mts. de altura descorchando una botellita de vino tinto que habían cargado en sus mochilas.
Deslumbrados ante tanta inmensidad y conmovidos con sus propias emociones, nadie en el grupo pudo ver que Ana abrazaba a Kevin Viti. Él no era una metáfora. Era su amigo y siempre estuvo ahí, esperándola.
_ ¡ Ana, despierta son las ocho y media, vas a llegar tarde!
_ No, Celi, no te preocupes, ya llegué…
Ilustración: Manuel Abal
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