miércoles, 5 de enero de 2011

Soñar no cuesta nada... sólo tiempo


Ella llegó a un pequeño pueblo de la provincia de Buenos Aires, donde vivían alrededor de dos mil habitantes. Lo primero que vio fue un bar con gente amigable sentada afuera. Allí se juntaban los lugareños a tomar algo y comentar las cosas que pasaban. Pero en Domselaar, casi nunca sucedía nada.
Todos la miraron preguntándose quién sería esa chica, que por supuesto no era del pueblo ni de la zona.
_Tal vez es alguien que se perdió
_Tal vez nos viene a vender algo.
_ Tal vez es una hechicera.
_ Tal vez sólo esta de paso por aquí.
Lo primero que le salió a Ana, fue preguntar por el kiosco de Fabio.
_ Aquí no vive ningún Fabio que tenga un kiosco.
No puede ser, Fabio tenía un kiosco. Y el es amigo de Kevin, la persona que vine a buscar.
_ Kevin… Kevin Viti? Preguntó Zunny una de las chicas que estaba en el bar.
_ No sé, yo no recuerdo el apellido de Kevin, pero él me dijo que vivía acá.

Kevin Viti y Ana Busket se conocieron en el viaje de egresados. Se dieron el primer beso a orillas del lago Nahuel Huapi, rodeados de tulipanes que florecen en primavera.
Casualmente sus agencias de viajes habían elegido el mismo hotel. Así que Ana se maquillaba hasta para bajar a desayunar porque sabía que Kevin estaría ahí.
Los días que no tenían excursiones caminaban por las callecitas de Bariloche descubriendo cada rincón de la ciudad y tomando fotografías que luego servirían de testimonio, de que aquello no fue un sueño.
El viaje de egresados llegó a su fin. No querían despertarse. Todo era mágico. Siempre estaba todo bien. No sabían si era amor. A esa edad, no sabían todavía que era el amor.
Se despidieron prometiéndose, como lo hacen todos, que algún día volverían a encontrarse.
Ella lloró durante el viaje de regreso. Tenía miedo de perderlo.
Cuando llegó a su pueblo, tuvo que enfrentar a su novio y terminar la relación.
Al poco tiempo Kevin le envío una carta en la que le avisaba que iría a visitarla.
Llegó una calurosa mañana de enero, junto a Fabio, un amigo que lo acompañó. Ella no podía creer que él estaba en su casa.
Cada cosa que decían o hacían era motivo de risas.
Kevin y Ana, sabían que era la última vez. Es que ellos nunca creyeron en el amor. Ellos estaban de paso por la vida sólo para divertirse un rato juntos.
Kevin se fue. Ana lloró. Y Kevin a los quince días regresó.
Y allí estaban otra vez deleitando a todos con su alegría de vivir. Aunque ellos no lo advertían, adonde iban eran observados, eran envidiados. En ese momento no podían saber que estaban construyendo una historia que más adelante los volvería a unir.
Nunca rotularon nada. No eran novios. No eran amantes. No eran amigos. Simplemente : eran.
Cuando llegó el momento en que Kevin debía regresar, se despidieron sabiendo que esta, era la última vez. Los dos tenían que madurar, crecer, volar. (¿ porque no podían seguir jugando un rato más?)
El tren dio la señal de despedida con una larga bocina. Él la saludó colgado desde la escalerita. Ella se quedó parada viéndolo partir. Cuando el tren desapareció, lloró varios días seguidos, hasta que se quedó sin lágrimas. Luego guardó en una cajita de recuerdos todos los momentos vividos. Años más tarde, cada vez que se sentía sola o triste, la abría un ratito y eso la ayudaba a volver a sonreír.

Veinte años después ( en el bar, en Domselaar)

Los chicos se miraron entre sí y Denis preguntó:
_¿ Cómo es el chico que estas buscando?
_ Es rubio, tiene el pelo largo, los ojos claros y siempre esta muy alegre.
_ Es Kevin Viti. Aseguró Cristian.
_ Kevin Viti vive en la otra cuadra en una casa de madera blanca de estilo inglés… terminó de decir Zunny cuando Ana ya no estaba escuchándola.
Ana, corrió hasta la puerta de la casa y en el hall de entrada había un chico rubio, de unos catorce años de edad.
_ Vive Kevin Viti aquí?
El chico no contestó y llamó a Kevin a los gritos
_¡Kevin ! ¡Kevin!
Kevin apareció todo transpirado, tenía el pelo pegado al rostro.
Ana lo miró a los ojos con mil preguntas, pero sólo le dijo:
¿ Amigos?
Kevin, asintió con la cabeza. La abrazó. Parecía que la estaba esperando.
En ese abrazo, se dijeron todo.
Después salieron a caminar contándose sus vidas. Entre ellos estaba todo bien. Y nunca más se volvieron a separar.
Ana Busket, tenía una entrevista a las nueve. Cuando sonó el despertador, ya no era la misma. Sonrío y tuvo la certeza que en algún lugar Kevin la estaba esperando. El tiempo no es nada…sólo tiempo.


Bar Farina Roll- Rosario - Argentina

Ilustración: Manuel Abal




PRESENTACIÓN DE LA SAGA


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