martes, 1 de febrero de 2011

Presentación de las historias de Don Mandieta

Don Mandieta, es un "personaje" de los que podemos encontrar en cualquier pueblo del nordeste de nuestro país. En este caso, lo situé en Monte Caseros (Ctes) mi pueblo natal, donde nací y viví hasta los 17 años.

Estos relatos, los escribí con la colaboración de algunos amigos que conocí en ClarínBlogs y que con mucha generosidad me contaron historias parecidas que hicieron enriquecer a las mías.

Muchas gracias a : Ricardo desde Brasil ( co-autor de algunos cuentos) a JEG ( El José) por contarme historias de su infancia en Calchaquí ( Santa Fé) a El Tole, por sus maravillosos dibujos y a todos los amigos que aparecen como personajes ( y a los cuales se los puede conocer a través de un link) por prestarse con humor a participar en las historias.








La historia Comienza AQUÍ ( seguí los links )

Chamamé que inspiró uno de mis relatos: ( clic en play)


lunes, 31 de enero de 2011

Colorado furioso...quedó Don Mandieta


 Después del casamiento de la Aurelia con el José, doña Mandieta decidió separarse de su marido. Ya en el casorio, el viejo, con unos vinos de más, se hizo el pícaro y bailó toda la noche con una vecina de la Colonia.
En el pueblo se decía que tenía otra mujer, una peluquera  del Chilcal, un barrio alejado del centro.
La Doña, cansada de los rumores, embaló sus cosas y se fue a vivir a la colonia con algunos de sus hijos más chicos, y no tardó ella en conseguir compañero. Lo bien que hizo.
Don Mandieta se quedó en el pueblo, atendiendo la carnicería y a cargo de los más grandes que estaban terminando el secundario. El rumor que tenía “otra” crecía y la curiosidad de la gente del pueblo por conocerla era cada vez mayor, pero  hasta entonces nunca se lo había visto acompañado, a decir verdad.
Una noche de carnaval….
Las comparsas desfilaban sobre la Avenida Alvear, y sobre la vereda se alquilaban mesas- improvisados bares para tomar algo- y sillas, para sentarse mientras se esperaba el paso de las comparsas.
En el intermedio del paso de una y otra agrupación  quedaba un espacio de tiempo de aproximadamente media hora; la gente aprovechaba para beber o comer algo.  También se hacían sociales, se saludaban, se cruzaban de vereda a vereda para charlar o intercambiar algún chisme.
El paisaje era tranquilo, colorido, alegre  y repetitivo, hasta que en eso aparece Don Mandieta  caminando  por el medio de la calle de lo más sonriente dirigiéndose hacia la mesa que tenía alquilada. Su nueva mujer, unos pasos más atrás - en otro momento hubiese sido la atracción principal-  pasó a segundo plano, pues lo que llamaba la atención era el color del pelo del viejo.  Ella lo había teñido de colorado furioso. Parecía un gallo rojo de riña, con los pelos de punta, duros, casi como un puercoespín enojado a punto de atacar. Evidentemente a la peluquera se le había ido la mano con el color.
Él, sin percibir siquiera las miradas atónitas de los asombrados vecinos, saludaba con la mano en alto, sonriente como siempre, como si fuese un integrante  más de la comparsa.
…………………………………………………………………….
En eso, Don Filippo, -el vecino italiano que vivía en el campo lindero al que tenía Don Mandieta en la colonia-  sobrevolaba la Avenida Alvear en su avioneta, curioso de ver “esas chicas en bikini” de las que tanto le habían hablado. Estaba de lo más entretenido mirando a través de sus prismáticos cuando de repente divisa un foco de incendio. Revisa el asiento de atrás y confirma que efectivamente lleva su matafuegos “re-cargado”; decide aterrizar sobre la Avenida en una arriesgada maniobra que casi le cuesta la vida a tres disfrazados vestidos de policías viales.
No se había apagado el motor cuando el valiente de Don Filippo, abre la compuerta de una sola patada y salta como un rayo del asiento de la avioneta. Se le complica un poco con la traba de seguridad del matafuego, pero al final logra destrabarlo y apunta directo a la cabeza encendida de Don Mandieta, pensando que se trataba del “ foco de incendio”.
Cuando el viejo se siente bañado de espuma, cree que se trata de “lanza nieve”. No se achica y ahí nomás se da vuelta para devolverle el baño a su “ supuesta agresora”….
_ ¡Ah! ¡ Era Ud. Don Filippo!  ¡ Hombre grande! ¡ La nieve se la tiene que tirá a las gurisas, no a mi pué chamigo!
Don Filippo, entendía muy bien el castellano, pero no lograba comprender cuando hablaba su vecino. Sin salir de su asombro, lo saluda asustado, pidiéndole disculpas.  Pero Don Mandieta, totalmente ajeno a lo que realmente había sucedido le dice: _ No te hagá ningún problema pue chamigo, si se lavó la tintura mañana mismito mi guaina me tiñe de nuevo. Y lo invita a sentarse a su mesa, para disfrutar juntos del desfile de las “ famosas chicas en bikini”.

Bar Vieja Estación – Parque Urquiza – Rosario – Argentina
Ilurtración: El Tole

Sí, Sí...dijo el José...







Por Anila Rindlisbacher y Ricardo desde Brasil


El cielo amaneció despejado, y el sol a eso de las siete ya empezó a entibiar. Desde muy temprano esa mañana sonaban en la radio unos chamamés alegres, como presagio de lo que sería un día festivo en el campo de los Mandieta.
A eso de las diez, llegó el cura Oscar en su viejo rastrojerocargando su valija con algunos sagrados objetos de ceremonial, entre los cuales atesoraba un moscato para el rito y para después del mismo.
En el rancho adornado con guirnaldas de colores, terminaban los preparativos del casamiento.
La Aurelia , la tercera de los Mandieta, se iba a casar con el José, ese muchacho de pueblo un tanto picarón pero de buen corazón.
Detrás de la casa, Don Enrique asaba un cordero, un lechón y una vaca, animales asesinados unas horas antes en el tinglado.
Mientras tanto, silenciosamente iba llegando todo lo necesario: barras de hielo, damajuanas de vino, cajones con cerveza y gaseosas.
Cuando Pedro y Miguel asomaron con sus estuches de guitarra, un alegre alborozo recorrió las filas de sillas donde las mozas, entre las que se encontraba la Claudia , esperaban inquietas.
Apenas los músicos empezaron a afinar los instrumentos, el Arriero, hermano del novio, le cabeceó a la Claudia quien aceptó su invitación pero le aclaró de un solo suspiro cuando él la tomó de la cintura: nofumonobebonibailoapretao. Condición que él aceptó sin titubear, deslumbrado ante esa rubia de generoso escote. Enseguida se sumaron otras parejas y el bailongo comenzó.
……………………………………………………………………………
El cura preocupado porque el casorio se transformase en unamera bailanta, llamó a los novios con una campanita y sin más empezó la ceremonia.
_ Sí quiero, dijo la Aurelia ante la mirada de toda la gente de lacolonia como testigo. Cuando llegó el turno de José, se escuchó un incómodo silencio.
El novio palideció, la mirada se le puso en blanco, sus piernas comenzaron a temblar y un frío le recorrió toda la columna vertebral, mientras se le cruzaban por la cabeza imágenes del tendal de guainas que dejaba llorando y sin esperanzas; compungido se desmayó, desplomándose sobre el cura, quién no pudo sostenerlo y cayó de espaldas dando su cabeza sobre el improvisado altar de madera.
A alguien se le ocurrió tirarles un baldazo de agua helada, sacada del pozo a las apuradas. El traje quedó empapado, pero el novio reaccionó. EL cura se puso de pie medio mareado, y volvió a preguntar al mismo momento en que la Aurelia le consultaba al oído al José:
_ mi chino ¿ estás bien?
_Sí, sí, dijo el José y el monosílabo sirvió para formalizar la boda como así también para asentir que se encontraba repuesto. Se escuchó un sapucay y la fiesta prosiguió.
Cuando la Aurelia tiró el ramo, fue la Claudia quien lo agarró; contenta lo buscó al Arriero por todos lados pero éste,misteriosamente, había desaparecido.







Ilustración: El Tole
Bar Vieja Estación – Parque Urquiza – Rosario – Argentina